Cetram-Chapultepec, traspatio de Paseo de la Reforma

Se pronuncia el líder del PRDCDMX, Raúl Flores, por organizar una consulta pública o plebiscito para evitar que este proyecto caiga en la anarquía del ambulantaje

Para el arquitecto Miquel Adrià, este proyecto será el “patio trasero” de Reforma-; habla de “La “ciudad de las ocurrencias”

Por: Blas A. Buendía

blasalejo@yahoo.com

Con el objetivo de transparentar toda la información sobre la recuperación del Centro de Transferencia Modal (Cetram) de Chapultepec y acercarla a la ciudadanía, el diputado Raúl Flores convocó a los vecinos de las zonas aledañas a una audiencia pública para conocer sus dudas e inquietudes, toda vez que para el arquitecto Miquel Adrià, se trata del “traspatio” de Paseo de la Reforma en la “ciudad de las ocurrencias”.

El representante popular, sin embargo, adelantó que su partido no se opone a ninguna forma de consulta pública o plebiscito, siempre que cumpla con lo establecido en la Ley de Participación Ciudadana.
El vicepresidente de la Comisión Especial de Fomento a la Infraestructura para la Ciudad de la ALDF enfatizó que en este momento es prioritario que los vecinos y la ciudadanía cuenten con información suficiente y de calidad acerca del proyecto, pero dejó en claro que el modelo de inversión que se propone (Asociación Público Privada) no es un esquema inédito, pues ya se utilizó antes en la Central de Abasto durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que concesionó la obra por 99 años, y también en los trabajos del CETRAM del Metro Zapata.
«Pareciera que estos esquemas no existían o que apenas hubo alguien que los denunció, pero fueron auspiciados por anteriores gobernantes, algunos con mayor éxito que otros. El Cetram Chapultepec no puede seguir en las condiciones actuales de un espacio desordenado, insalubre, con ambulantes copando espacio público, sin condiciones de seguridad y con transporte saturado y precario. Diariamente lo usan más de 220 mil personas y ellas tienen derecho a caminar por un espacio seguro, agradable y eficiente», indicó.
Flores García reiteró que son casi 500 millones de pesos los que el Gobierno local tendría que erogar para desarrollar el proyecto del Cetram, que en este caso serán financiados en su totalidad por particulares para que esos cientos de millones de pesos puedan ser invertidos en las zonas más olvidadas de la ciudad de delegaciones como Tláhuac, Iztapalapa o Milpa Alta y que difícilmente la Inversión privada voltea a ver.
Sobre la torre de 49 pisos y el área comercial que visualiza el proyecto, el también secretario de Desarrollo y Fomento a la Infraestructura Urbana explicó que ello será la contraprestación que recibirá la ciudad, además de que el 7.8 por ciento de utilidades a partir del cuarto año irán directamente a las arcas de la ciudad y al final de los 40 años todo lo que se construya regresará a manos de la ciudad.
«No se les regala nada, hay que hablar las cosas como son en términos legales. Las finanzas públicas no tendrán que sufrir la merma de los 500 millones de pesos que se necesitan para construir un CETRAM con características adecuadas y que ahorre tiempo a los usuarios, y eso lo hace posible el esquema de la asociación público-privada. Es una necesidad que se tiene para atender a 33 millones de personas que tendrán ahora un espacio más digno para hacer sus recorridos», precisó.
El diputado perredista recordó que asambleístas de todos los partidos, acompañados por la prensa y vecinos, ya recorrieron la zona del proyecto con los secretarios de Desarrollo Urbano y de Finanzas para explicar los pormenores del proyecto, hecho que –destacó- nunca antes se había realizado con ningún otro proyecto de la ciudad.
Ante la preocupación existente respecto al futuro de vestigios artísticos y arqueológicos, precisó que la Fuente de Belén, que actualmente se encuentra muy deteriorada, será restaurada por expertos y se dispondrá en un espacio público mucho más visible y digno.
«Todos tenemos que tener muy en cuenta que este proyecto considera también la recuperación y dignificación del entorno de esa área adyacente al Bosque de Chapultepec y sus elementos, muy destacadamente la Fuente de Belén, que hoy sufre un deterioro extremadamente severo porque durante décadas a nadie le importó este patrimonio histórico cultural que formó parte del Acueducto Virreinal construido en el siglo XVIII».
Flores García añadió que de manera particular su grupo parlamentario exigió que se disminuyeran el número de estacionamientos contemplados para la torre para evitar más caos vial en la zona y para acabar con el paradigma del auto como medio de transporte principal. De tal forma que el edificio ya disminuyó su cantidad proyectadas de cajones de estacionamiento de cinco mil a mil 500.
Frente a los vecinos y asesores de Morena que participaron en esta audiencia, hecho que celebró por formar parte de la visión de abrir al máximo este proyecto y que se ventile lo más posible entre la sociedad para abonar al tema de la transparencia, el diputado destacó los siguientes puntos:
1. El Cetram no forma parte del Bosque de Chapultepec, pues hay áreas de amortiguamiento que lo protegen de ser afectado.
2. A diferencia de la calle Enrique Rebsamen, que se desincorporó totalmente, el Cetram Chapultepec sólo se concesionó, por lo que no se regala a la iniciativa privada.
3. Todo mundo está en favor de presentar amparos pero los permisos para construcción causaron estado y tienen vigencia desde que fueron publicados.
4. A diferencia de otros proyectos, éste cuenta con la mayor transparencia posible y cumple con el principio de máxima publicidad.
5. El edificio de 49 pisos tendrá que ser 100 por ciento sustentable.
6.- Aunque La CDMX cuenta con superávit  y el endeudamiento ha sido disminuido en 500 millones de pesos por tercer año consecutivo, las reglas de operación del presupuesto no permiten al Gobierno de la Ciudad tomar dinero a capricho para invertirlo en fines diferentes, por lo que no podría transferirse dinero al Cetram.
7. Los ambulantes que fueron retirados de la zona de Chapultepec no formaban parte del programa de ordenamiento de la vía pública, y por lo tanto no podían acreditar su condición.
8. El papel de la asamblea no es de defender el proyecto sino de informar con claridad los alcances del proyecto con la información suficiente.
Justamente es de destacar que vecinos de las colonias  Juárez, América, Daniel Garza, Roma, Roma Norte, Lomas de Chapultepec, entre otras, dividieron opiniones, unos criticando el modelo propuesto para el desarrollo de Cetram y amagando con oponerse hasta sus últimas consecuencias;
Otros, señalando que están a favor del Cetram y de la movilidad pero no de la torre de 49 pisos; y
Otros, mencionando que en todos lados hay este tipo de esquemas, por lo que se tiene que ver el beneficio de la ciudad y no el interés de unos cuantos, pues no se puede detener a la ciudad ni esclavizarla, por lo que en este caso hay que ver los beneficios que traerá para la ciudad y sus habitantes.
La ciudad de las ocurrencias
En la víspera de toda esta controversia metropolitana, se anunció la realización del proyecto “Zona de Desarrollo Económico y Social (ZODE) Chapultepec”, conocida también como “Corredor Cultural Chapultepec”, en la avenida Chapultepec de la Ciudad de México.
En la página web (http://www.yaconic.com/la-ciudad-de-las-ocurrencias-el-corredor-cultural-chapultepec/), se exhibe un ultra diseño modernista, que a simple vista deja a la interpretación cómo sería el legado urbanístico y que gozarían las próximas generaciones y qué tipo de ciudad tendrían a su alcance para su propio desarrollo.
El proyecto, en sí, ha generado un debate con respecto a la ciudad y sus habitantes. Se reproduce un editorial del arquitecto, fundador y director de la revista Arquine, Miquel Adrià, sobre el tema.
La ciudad es un proyecto común, de todos los ciudadanos. Hay que insistir en la obviedad y recordar que si bien es un organismo tremendamente complejo, es, por definición, inconcluso y es el resultado de las fuerzas que confluyen día a día para llevar a cabo sus intereses.
El proyecto de futuro de una ciudad lo definen la sociedad civil, los administradores públicos (que algunos llaman autoridad), la presión de los desarrolladores, la demanda migratoria, la especulación, la corrupción y, en menor medida, otras fuerzas sociales y culturales.
Hoy por hoy en la Ciudad de México, a falta de un proyecto de “ciudad” del gobierno local, las “ocurrencias” son detonadores de los proyectos urbanos. Estos días asistimos con perplejidad a la iniciativa de Simón Levy de la Agencia de Promoción de Inversiones del GDF (cuyo cargo no oculta el enfoque de la mencionada agencia) para convertir un tramo de la Avenida Chapultepec en centro comercial.
Esta avenida de gran arraigo histórico que conectaba Chapultepec y el centro de la ciudad, abasteciéndola de agua, es también el virtual Eje 1 de esa primera red metropolitana que -no sin dolor- articuló una ciudad fragmentada.
En los años setenta en que se llevó a cabo la nueva retícula vial, se privilegiaba la ciudad de los coches, migrando de la condición decimonónica de centro y periferia a una morfología metropolitana y policéntrica.
Sin embargo, con los años -en México y en todo el mundo- se entendió que la ciudad de los coches no es la de los ciudadanos. Ésta -la ciudad de los ciudadanos-, es la que privilegia la pluralidad y la equidad, con calles peatonales y transporte público, con buenas banquetas y carriles para bicicletas, y también con coches privados.
Los ejes viales, los viaductos y los anillos periféricos atraviesan colonias y unen puntos distantes, pero también zanjan y aíslan barrios y comunidades.
La mejor ciudad es la que permite la transversalidad. Como todo organismo complejo los flujos transversales deben poder sortear las barreras: es mejor una ciudad con un Metro subterráneo que a nivel de calle; es mejor con un carril bus lateral que con las barreras que supone el Metrobús; es mejor un bulevar con banqueta amplia, ciclopista, carriles de transporte público y de automóviles privados, que un eje vial exclusivo para coches. Recurrir a la obviedad ayuda a centrar la discusión.
Corredor Cultural Chapultepec
El proyecto que se anunció estos días (como un conejo que emerge de un sombrero o como otras Zodes previas) tiene más de ocurrencia que de proyecto de ciudad.
Está claro que el futuro Cetram de Chapultepec (y toda el área de nueva centralidad y congestión, con los nuevos rascacielos de próximo estreno) junto con la Glorieta de Insurgentes, tiene toda la vocación de un centro de ciudad que actualmente no es más que el “patio trasero” de Reforma.
Está claro que estimular la inversión sobre la avenida, con incentivos fiscales y facilidades normativas, junto con una fuerte inversión en infraestructura urbana que privilegie una mejor sección de la calle, acelerará un proceso necesario.
También hay consenso en que si la avenida está mejor trazada, señalizada e iluminada, hará más fácil y amable cruzar de la Zona Rosa a las colonias Condesa y Roma, privilegiando lo transversal en el uso de la calle, favoreciendo el desarrollo económico de la diezmada zona turística de los años sesenta.
Como Andrés Lajous, también vivo a menos de dos cuadras y corroboro que actualmente la avenida es una barrera física y mental (fenomenológica dirían acertadamente Alejandro Hernández y Colin Rowe) casi infranqueable. La ciudad de los ciudadanos de a pie -como apuntaba más arriba-, es trasversal y en este caso, cruzar la Avenida Chapultepec, es una hazaña bélica.
Corredor Cultural Chapultepec 2
Pero de estimular, invertir y urbanizar un eje vial deteriorado para convertirlo en un buen bulevar a pretender instalar un centro comercial en medio de la calle hay un salto cuántico.
Rescatar para ello un interesante ejercicio académico del arquitecto Juan Pablo Maza y organizar una feria de inversionistas, tiene mucho de las hogueras de vanidades de quince años atrás y muy poco de la ciudad con compromiso cívico y responsabilidad social -como debiera ser la contemporánea-.
Bien decía Lefebvre, que “el arquitecto no hace más milagros que el sociólogo; ninguno puede crear relaciones sociales de la nada”. En lugar de estetizar la ciudad con parches prestados, y -como añade Giles Lipovetsky-, “con arquitectos y urbanistas convertidos en decoradores de la ciudad al servicio del marketing y el retailing”, deberíamos apostar por un urbanismo resiliente que restaure las funciones básicas de la calle. Quizá habrá que poner al día a los prestidigitadores urbanos y magos de la ocurrencia a los que, por cierto, se les ve el truco en cada acto.

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